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En un acto del Partido Justicialista de San Luis, el exgobernador Alberto Rodríguez Saá realizó una serie de afirmaciones que, lejos de contribuir a un análisis realista de la situación política y social, parecen más una estrategia para desviar la atención de los numerosos cuestionamientos que enfrenta su gestión pasada donde la corrupción y la impunidad es la base de su imagen.
«Felicidad y prosperidad»: entre el discurso y la realidad
Rodríguez Saá afirmó que su objetivo es lograr «un pueblo feliz y próspero». Sin embargo, resulta contradictorio que quien dejó un estado provincial bajo concretas sospechas de corrupción, con más de 22 causas judiciales contra sus funcionarios, se posicione como el adalid del bienestar y la transparencia es un absurdo.
Hablar de «prosperidad» mientras persisten graves denuncias sobre el manejo discrecional de recursos y obras inconclusas en su gestión, no solo genera dudas, sino que evidencia una desconexión con las demandas reales de la ciudadanía, el desparpajo y la mentira expresada frente a los sanluiseños lo perfilan como un personaje que no se encuentra bien mentalmente, convirtiéndose en un verdadero peligro.
Persecución política: un discurso desgastado
El ex gobernador acusó la existencia de persecución política y ajuste económico como responsables del hambre y la desesperanza. Sin embargo, es importante recordar que su gobierno estuvo marcado por una falta absoluta de transparencia en la administración pública. Apelar a la victimización y aludir a una persecución que carece de sustento legal parece más una estrategia para eludir responsabilidades subestimando la inteligencia de todos los sanluiseños.
«El Estado más presente que nunca»: una afirmación cuestionable
Rodríguez Saá destacó que en San Luis «el Estado ha estado mucho más que presente». Sin embargo, esta presencia del Estado ha sido, en múltiples ocasiones, criticada por la falta de control en los fondos destinados a obras públicas y programas sociales. Los cuestionamientos incluyen sobrecostos en proyectos, desvíos de recursos y el uso del aparato estatal con fines electorales.
El ex gobernador intenta atribuirse logros históricos mientras omite las irregularidades que empañaron su gestión y que, hasta hoy, impactan en la confianza pública. Todas las obras de los Rodriguez Saá en la provincia de San Luis han significado un retorno que los han transformado en los hombres mas ricos de la provincia.
El electorado «confundido»
Rodríguez Saá argumentó que los votantes que eligieron a Javier Milei en las últimas elecciones «no comprendieron la importancia de las obras realizadas por el Estado». Este comentario no solo subestima la capacidad crítica del electorado, sino que ignora el hartazgo que generaron las prácticas políticas clientelistas y la percepción de que, durante su gobierno, las prioridades estaban más enfocadas en la perpetuación del poder que en un verdadero desarrollo inclusivo. El que realmente está confundido es el octogenario que, aún cree, que con las obras y realizaciones la gente lo tienen que votar, las obras en San Luis son y fueron el principal nicho de corrupción.
Llamados a la unidad: ¿generosidad o conveniencia?
El ex gobernador cerró su discurso instando a la militancia a predicar y organizarse para «volver mejores». Sin embargo, su llamado a la generosidad y el amor por el pueblo contrasta con las denuncias que involucran a su gestión, las cuales aún esperan respuestas claras y acciones judiciales concretas. ¿Los ladrones van a volver mejores?, ¿no deberían ir preso primero?.
Conclusión
Las declaraciones de Alberto Rodríguez Saá reflejan un intento de reconstruir su imagen política mientras enfrenta un legado de sospechas y críticas. Es decir, reconstruir sobre los escombros de la impunidad, la mentira y la corrupción. A pesar de sus esfuerzos por reposicionarse como un líder justicialista comprometido, la ciudadanía sanluiseña merece una discusión seria sobre los errores del pasado y una visión honesta sobre cómo construir un futuro con transparencia y responsabilidad.