Por Gustavo Thompson
En el 2023, Claudio Poggi logró lo que parecía imposible: quebrar la hegemonía del oficialismo histórico en San Luis y llegar nuevamente a la gobernación, esta vez bajo el paraguas de un acuerdo amplio y estratégico denominado “Convergencia”. Esta alianza —más que un frente electoral— fue un pacto político profundo, que articuló a múltiples sectores y dirigencias provenientes del radicalismo, el PRO, peronismos desencantados, partidos provinciales y estructuras municipales, bajo una consigna común: recuperar la institucionalidad y devolverle a San Luis una gestión moderna, abierta y republicana, en definitiva, unirse para desterrar definitivamente la mente retrógrada, golpista, autoritaria y corrupta octogenaria encarnada a la figura de Alberto Rodriguez Saá principalmente..
Poggi fue el eje articulador de esta arquitectura de poder. No solo garantizó el triunfo, sino que conformó un gabinete plural, donde cada sector fue reconocido con responsabilidades y visibilidad. Esa integración fue interpretada como un acto de cumplimiento político y de reconocimiento ético al compromiso de cada espacio.
Desde entonces, Claudio Poggi fue señalado por todos los actores involucrados como el conductor legítimo y el líder natural de la Convergencia. Su palabra ordena. Su decisión se respeta. Su autoridad no se cuestiona.
Dos años después, ¿quiénes están realmente comprometidos?
Hoy, en 2025, la provincia se prepara para una nueva contienda electoral legislativa. El gobernador, en pleno uso de la facultad política delegada por la propia Convergencia, definió la estrategia de campaña y conformó las listas de candidatos del Frente «Ahora San Luis». Sin embargo, esa definición ha generado tensiones internas: algunos sectores, cuyos representantes no fueron incluidos en las nóminas, han comenzado a desentenderse del proceso, mostrando brazos caídos, malestar y hasta amenazas de no participar activamente en la campaña.
Aquí se abre una pregunta esencial: ¿la lealtad política es solo válida cuando hay cargos en juego?
El reclamo de algunos sectores revela una visión utilitaria y oportunista de la política, que reduce el compromiso colectivo a una ecuación de premios personales. Esta actitud no solo empobrece la cultura política del proyecto, sino que traiciona el espíritu fundacional de la Convergencia, que fue, en esencia, una apuesta a largo plazo, no una repartija electoral coyuntural.
Es legítimo que haya desacuerdos, pero no es ético que sectores que hoy gozan de cargos, responsabilidades y recursos institucionales —entregados por el mismo liderazgo que hoy cuestionan por omisión— decidan marginarse del trabajo electoral en uno de los momentos más importantes para consolidar el proyecto político que dicen integrar.
El objetivo primero es desterrar definitivamente las mentes octogenarias y setentistas de San Luis, parece que no lo quieren ver o asumir y se dejan dominar por las individualidades, inventando un falso relato fantasma como que el peligro de esta nueva etapa es Maxi Frontera, algo insólito y absurdo porque la persona que le garantiza hoy la gobernabilidad a Claudio Poggi es Villa Mercedes, ergo, Maxi Frontera.
Villa Mercedes tiene absolutamente claro que, el entorno de Claudio Poggi no lo quiere al lider mercedino, sería muy buen actor Poggi que piense y sienta igual porque no es lo que demuestra cuando baja a Villa Mercedes, la verdad se verá con el tiempo, en la cual, Maxi Frontera y Villa Mercedes, NO TRAICIONARA, si Poggi termina haciéndolo, que sepa, por adelantado, le va a costa mucho, inclusive su reelección porque todo esta registrado, grabado, paso paso por paso para que no haya dudas que Villa Mercedes es coherente con lo que dice y hace.
La política no es una alianza de conveniencias, es una construcción COLECTIVA de coherencias
Este proceso debe servir, también, como termómetro interno para medir compromisos reales y desnudar voluntades circunstanciales. En política, no trabajar en campaña no es un gesto menor. Es una señal, una definición, un límite. Quien no participa, se autoexcluye. ¿Dónde esta el entorno de Poggi en la calle, en los territorios?. Quien no defiende el proyecto en la arena electoral, difícilmente pueda reclamar pertenencia cuando se repartan las responsabilidades del triunfo.
El liderazgo de Poggi sigue intacto. Y su derecho a definir listas, como conductor natural de esta etapa, no solo está legitimado por el acuerdo inicial, sino por los resultados de gestión y el respaldo social que sostiene su gobierno. No hay traición en seleccionar lo mejor para representar al espacio, hay conducción.
Será responsabilidad de la dirigencia evaluar, luego de los comicios, quién estuvo, quién militó, quién sostuvo y quién se borró. Porque no es justo que el esfuerzo y la lealtad se midan con la misma vara que el cálculo y la conveniencia.
La Convergencia fue, es y debe seguir siendo un espacio de construcción seria, generosa y estratégica. Pero la verdadera pertenencia se prueba en los hechos, no en las fotos y sentado en un escritorio.