«Cuando el binomio se rompe: la fractura entre Presidente y Vicepresidenta sacude los cimientos del poder»

«Cuando el binomio se rompe: la fractura entre Presidente y Vicepresidenta sacude los cimientos del poder»

La ruptura política entre el Presidente y su Vicepresidenta no es simplemente una pelea personal o una grieta interna más. Es un hecho de alta gravedad institucional que pone en jaque la gobernabilidad, desordena la cadena de mando y tensiona al máximo la confianza ciudadana en el sistema democrático.

Desde el retorno de la democracia en 1983, las diferencias entre los integrantes del Poder Ejecutivo Nacional han sido parte del juego político, pero cuando esa diferencia se transforma en ruptura pública, lo que se erosiona no es sólo un proyecto de gobierno, sino la percepción de unidad de poder. El binomio presidencial, por diseño constitucional, debe funcionar en sincronía para sostener la legitimidad del Ejecutivo y garantizar estabilidad ante los demás poderes del Estado.

Cuando el Vicepresidente se convierte en opositor interno —abandonando el rol institucional para adoptar uno confrontativo o disruptivo—, surgen consecuencias inmediatas:

– Desorientación del gabinete, donde los ministros no saben a qué liderazgo responder.

– Parálisis legislativa, especialmente si la Vicepresidencia preside el Senado y bloquea iniciativas del Ejecutivo.

– Fragmentación de la coalición oficialista, con riesgo de fuga de aliados clave.

– Debilitamiento del liderazgo presidencial, frente a la oposición, los mercados y los organismos internacionales.

– Confusión ciudadana, alimentando el desencanto con la política, y abriendo espacio a expresiones antisistema o populistas.

El conflicto, si no es contenido, puede derivar en escenarios de alta inestabilidad: renuncias masivas, parálisis institucional o, en los casos más extremos, el adelanto de procesos electorales o el colapso del mandato presidencial.

No se trata sólo de una crisis de poder: es una crisis de representación, de credibilidad y de futuro. En una Argentina herida por la inflación, la pobreza y el desencanto, los dirigentes que fueron votados para dar respuestas no pueden darse el lujo de enfrentarse entre sí mientras el país se desangra.

La historia es clara: cuando el binomio presidencial se fractura, lo que tiembla no es un partido, sino el sistema entero.

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