Del “Movimiento en Acción” al Movimiento en Oportunismo, otra farsa de Alberto y van…

Del “Movimiento en Acción” al Movimiento en Oportunismo, otra farsa de Alberto y van…

Por Gustavo Thompson.

Por qué el acto en el PJ fue más una regresión ególatra que una propuesta política real.

❝Un acto fuera de época: Rodríguez Saá y la nostalgia de un poder que ya no existe❞

Alberto Rodríguez Saá volvió a escena con una convocatoria al viejo estilo: bombos, liturgia justicialista y un discurso inflamado de promesas (1970). Lo hizo en el histórico salón del Partido Justicialista, intentando presentar su “Movimiento en Acción” como un renacer. Pero el evento, más que un acto fundacional, fue un claro símbolo del atraso, la autocomplacencia y la desconexión con la realidad que dejó su última gestión al frente de San Luis, concluida en diciembre de 2023.

Un cierre de ciclo con sabor a fracaso

Durante su último mandato, Rodríguez Saá gobernó con puño de hierro, farsas y vista corta. El modelo que alguna vez fue vanguardia, terminó convertido en un aparato administrativo rígido, sin dinamismo ni transparencia. El Estado fue utilizado más como una estructura clientelar que como una plataforma de desarrollo real con un vaciamiento claro y grosero de las arcas económicas del estado.

  • La educación pública, antes orgullo provincial, se sumió en un deterioro alarmante: en 2022, San Luis fue una de las provincias con mayor deserción escolar secundaria, según informes del propio Ministerio de Educación de la Nación.

  • El plan de viviendas, tan promocionado como bandera de justicia social, quedó paralizado en numerosos municipios, con obras abandonadas y familias que aún esperan las llaves prometidas desde 2021.

  • La deuda flotante del Estado con proveedores y contratistas superaba los 12.000 millones de pesos al cierre de 2023, según datos filtrados desde el propio Ministerio de Hacienda en la transición.

De “inclusión” a manipulación

El acto de Alberto volvió a utilizar la narrativa del “Plan de Inclusión Social”, una política que supo brindar contención en sus inicios, pero que terminó reducida a una herramienta de control político, sin proyección laboral genuina ni salida efectiva hacia el empleo formal.

  • Los beneficiarios del plan se convirtieron en una masa silenciada: sin gremios, sin aumentos significativos, sin posibilidad de reclamar condiciones laborales dignas.

  • Los que alzaron la voz —en marchas o manifestaciones en 2022 y 2023— fueron reprimidos o directamente excluidos, en un claro uso autoritario de los programas sociales como moneda de poder.

La era de las irregularidades

Su mandato finalizó en medio de denuncias que, lejos de investigarse con seriedad durante su propio gobierno, quedaron sepultadas bajo una justicia que él mismo supo condicionar con nombramientos funcionales.

  • La causa de los $520 millones transferidos irregularmente desde cuentas del Estado a una persona particular, en plena campaña electoral, fue uno de los escándalos más graves del último tramo de su gestión.

  • La compra de vehículos usados por cifras millonarias, sin licitaciones transparentes y con empresas ligadas al entramado político local, también forma parte del legado turbio de su administración.

Un discurso atrapado en el pasado

El intento de Rodríguez Saá de resucitar un modelo caduco, plagado de frases hechas y evocaciones peronistas descontextualizadas e hipócritas, evidencia una profunda desconexión con el presente, absolutamente fuera de época y lugar. Mientras el país discute nuevos paradigmas de desarrollo, modernización y transparencia, él vuelve a hablar de “volver a las raíces” como si no fuera el responsable de haberlas pisoteado en sus últimos años en el poder, pretende recuperar lo que él mismo destruyó.

❝No es una refundación, es un acto de supervivencia política personal❞

El acto en el PJ no fue un gesto de construcción, sino una puesta en escena desesperada. No hubo autocrítica, ni propuesta real, ni vocación de futuro. Solo un intento de reunir lo que queda de una estructura vieja, disciplinada a los caprichos de un liderazgo agotado.

Alberto Rodríguez Saá no propone un San Luis nuevo. Pide volver a uno que ya no existe.

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