Por Gustavo Thompson.
La política sanluiseña vive por estas semanas uno de los capítulos más extraños, intensos y reveladores de los últimos tiempos. A simple vista, el frente electoral Ahora San Luis, integrado por 15 partidos, parece un bloque amplio, ordenado, incluso esperanzador. Pero si uno afina la mirada —y sobre todo el oído— lo que se ve y se escucha es otra cosa: hay sólo dos voces. El resto es eco, o silencio.
En efecto, en este nuevo tiempo electoral emergen con fuerza dos figuras: Claudio Poggi, gobernador en funciones y conductor del modelo institucional, y Maximiliano Frontera, intendente de Villa Mercedes y referente del modelo afectivo, territorial, popular y político. Lo que hasta hace poco era impensable —verlos juntos, caminar campañas, compartir micrófonos y abrazos— hoy es parte de la escenografía electoral cotidiana.
Se abrazan, se besan, se juran respeto. Pero… ¿qué hay detrás del acto simbólico?
Esa pregunta es clave. Porque lo que se presenta como unidad puede ser —o no— algo más que una postal de campaña. La historia política está llena de pactos efímeros, de elogios de ocasión, de lealtades programadas para durar lo que dure el resultado electoral.
Y mientras Poggi y Frontera ocupan con legitimidad ese espacio de liderazgo, los otros 13 partidos que componen el frente brillan por su ausencia. No hay actos. No hay campañas propias. No hay discursos, No hay compromiso. No hay ni siquiera intenciones claras de explicar por qué están donde están, es más, ni saben explicarlo.
Desde la neuropolítica, esto tiene consecuencias directas: el votante sanluiseño reconoce a quienes activan emocionalmente su atención, y descarta sin esfuerzo a quienes no transmiten presencia, pasión ni propósito. Los liderazgos que no emocionan, no existen. Y los espacios vacíos se llenan de desconfianza. ESTAMOS FRENTE A UNA ELECCION MERAMENTE RACIONAL, MUY LEJOS DEL VOTO EMOCIONAL, SE AUDITA SOLO UNA GESTION.
Pero el fenómeno más intrigante es la contradicción temporal de esta alianza. Hoy Poggi y Frontera se muestran como socios. Sin embargo, la verdadera pregunta es qué pasará después del 12 de mayo. ¿Habrá respaldo real? ¿O cada uno volverá a replegarse en su territorio, en su lógica, en su propia construcción?
¿Saldrá, por ejemplo, Adolfo Castro Luna a defender con la misma generosidad de hoy a Maxi Frontera si las tensiones se reactivan? ¿O los silencios volverán a llenar los espacios que hoy parecen repletos de afecto?, lo que nadie puede dudar, es a la hora de hablar sobre la última línea de defensa de Frontera, en la cual, se mantiene lejos de la presente campaña, no hizo falta usarla.
El tiempo electoral es meramente escenográfico, altamente estratégico, la neutralización inteligentes de sectores dejó al frente Ahora San Luis sin oposición que polarice peligrosamente. Pero el tiempo institucional es quirúrgico, incómodo y verdadero. Lo que hoy se dice, se proclama, se aplaude… debe ser grabado, archivado, y confrontado con el futuro. ES LA TAREA DE LA LINEA, TODO ESTA REGISTRADO Y GRABADO, los que hoy adulan, veremos la posición de mañana.
La madurez política no se mide por las alianzas que se anuncian, sino por las que se sostienen cuando ya no hay campaña.
Lo que está en juego no es sólo el resultado del 11 de mayo. Es la credibilidad del entramado dirigencial que dice representar a San Luis. La sociedad, que ya no vota por tradición sino por emoción, por identificación o por hartazgo, será la encargada de auditar.
Porque después del 12 de mayo, no votan los partidos. Votará la memoria que siempre es buena refrescar. jejeejej.