«El Amanecer de los Valientes»

«El Amanecer de los Valientes»

En una provincia llamada San Luis, el poder estaba en manos de dos ancianos temidos: el Alberto y el Adolfo. Ambos tenían casi 80 años, y sus corazones se habían vuelto tan duros como el acero con el tiempo. No solo mantenían un férreo control sobre la provincia, sino que también utilizaban oscuras metodologías para manipular a la gente y su entorno.

Sin embargo, en las sombras de la provincia, la esperanza brillaba a través de dos jóvenes valientes: Nicolás y Cristian. Nicolás, un con un espíritu indomable, y Cristian, un brillante estratega con un corazón lleno de justicia, habían sido criados por Maxi con la idea de que algún día liberarían a su provincia de la tiranía de los ancianos. Su amistad era sólida como el acero y su determinación aún más firme.

Nicolas y Cristian habían sido educados en secreto por Maxi, quien les había enseñado las artes de la lucha y la mística. Maxi, ahora en su última gestión, les confía un antiguo artefacto conocido como la Esfera de Luz, un objeto de gran poder que, según la leyenda, podía desafiar las oscuras artes de Alberto y Adolfo.

Un día, mientras Alberto y Adolfo celebraban su victoria en un festín negro en el Castillo de Sombras (El Durazno), Nicolás y Cristian se prepararon para su misión. Sabían que enfrentarse a los ancianos no sería fácil; estos tenían bajo su control una legión de guardianes encantados y una red de espías que se extendía por toda la provincia.

Nicolás, con su armadura reluciente y su espada brillante, y Cristian, con su capa ondeante y su astuto semblante, se infiltraron en la mansión de El Durazno bajo el disfraz de artistas itinerantes. Durante la noche, en una estrategia cuidadosamente planeada, lograron llegar a la Cámara del Trono (santuario místico), donde los ancianos se reunían.

El Alberto, un hombre alto y encorvado con una mirada de hielo, aliento a perro muerto, estaba rodeado de pergaminos y artefactos oscuros, mientras que Adolfo, un hombre casi sin voz y ojos afilados, estaba inmerso en la lectura de un grimorio maligno. La tensión era palpable en el aire, y los jóvenes sabían que cada movimiento debía ser perfecto.

De repente, en un acto de valentía, Nicolás se adelantó, desenvainando su espada con un resplandor dorado, y desafió a los ancianos. “¡El tiempo de vuestra tiranía ha terminado, Alberto y Adolfo!”

Los ancianos, sorprendidos pero no intimidados, se levantaron de sus tronos. “¿Y qué haréis, jóvenes necios?” espetó Alberto. “¿Acaso creéis que podéis desafiarnos con tan poco?”

Maxi, sin perder la calma, activó la Esfera de Luz. Un resplandor cegador llenó la sala, y los guardianes encantados se desmoronaron ante la intensidad de la luz. Alberto y Adolfo, aunque poderosos, no estaban preparados para el poder de la esfera. La luz de la esfera rompió el hechizo que mantenía la tiranía de los ancianos, debilitándolos enormemente.

En la batalla que siguióNicolas y Cristian lucharon con destreza y valentía. Cada golpe de la espada de NIcolás y cada estrategia de Cristian parecía estar perfectamente sincronizado. Aunque los ancianos intentaron resistir con sus últimos hechizos, la Esfera de Luz desató su poder final, restaurando el equilibrio en el reino.

Finalmente, Alberto y Adolfo, debilitados y derrotados, fueron llevados ante la justicia. Nicolás y Cristian, ahora convertidos en los nuevos líderes de San Luis bajo la conducción de Maxi, se aseguraron de que la luz de la verdad y la justicia prevaleciera. Bajo la conducción de Maxi, el reino prosperó y se convirtió en un lugar de esperanza y prosperidad.

La historia de Nicolas y Cristian se convirtió en una leyenda, recordada por generaciones como un símbolo de la valentía y la determinación frente a la tiranía. En su Provincia, San Luis floreció y vivió en paz, una paz que los jóvenes valientes habían ganado con su coraje y sacrificio.

Entrada anterior Alberto Leyes, el Sargento Cabral Puntano
Entrada siguiente El comienzo del final de Alberto Rodriguez Saá está en marcha.