El peronismo de San Luis está vivo. Pero para que vuelva a caminar, Alberto se tiene que bajar.

El peronismo de San Luis está vivo. Pero para que vuelva a caminar, Alberto se tiene que bajar.

Por Gustavo Thompson.

En un momento bisagra para la política de San Luis y del país, las declaraciones de Diego González en San Luis Streaming no pasaron inadvertidas: con claridad, valentía y conocimiento de causa, lanzó una advertencia que resuena en todo el justicialismo provincial —y debería encender luces rojas en el nacional—: es hora de asumir que los ciclos se terminan, y que quienes fracasaron sistemáticamente no pueden seguir usurpando la representación de un movimiento popular.

González no se anda con rodeos: el Partido Justicialista no puede seguir siendo conducido por perdedores. En su análisis, pone en evidencia lo que muchos callan por temor o conveniencia: Alberto Rodríguez Saá ha transformado al PJ en un sello de goma, vacío de contenido, aislado de la realidad y de la gente. Un partido que alguna vez encarnó la justicia social, la movilidad ascendente y el sentido colectivo, hoy luce como un feudo caprichoso al servicio de un hombre solo y su mesa familiar.

El PJ no es un club de jubilados del poder. No es un aguantadero para cuñados, senadores a punto de jubilarse, operadores de mesa chica o nostálgicos de los viejos tiempos. El peronismo es poder o no es nada. Y quien le teme a competir, ya no es parte de su esencia.

Diego González no lo dice desde el rencor, sino desde la experiencia. Fue apoderado del partido, caminó el territorio, supo construir desde las bases. Su diagnóstico no es caprichoso ni superficial: es el reflejo de lo que siente una mayoría silenciosa de militantes, dirigentes intermedios y votantes históricos que hoy miran con angustia cómo la decadencia de una casta política octogenaria se lleva puesto el ideario de Perón y Evita.

San Luis necesita un peronismo que vuelva a las fuentes, pero con mirada de futuro. Un PJ moderno, democrático, competitivo, abierto a las mujeres, a los jóvenes, al movimiento obrero, a los sectores productivos. Y eso sólo será posible si Alberto Rodríguez Saá da un paso al costado. No como un gesto de grandeza —que nunca tuvo—, sino como un acto mínimo de dignidad institucional.

Es hora de levantar la voz. De dejar de mirar para otro lado. No hay renovación posible con los mismos nombres de siempre en la mesa chica. No hay reconstrucción del peronismo mientras Alberto siga aferrado al sillón del PJ como si fuera propiedad privada.

González lo dejó claro: “Vamos por el partido. Es nuestra responsabilidad”. Y tiene razón. Si no lo hacen ellos, lo hará la historia. La militancia no está dispuesta a seguir retrocediendo. Ni a perder más elecciones con quienes ya fueron derrotados moral y políticamente.

El mensaje es claro: los octogenarios ya tuvieron su tiempo. Lo que no pueden hacer es hipotecar el futuro de una provincia, de un partido y de una generación que quiere ser protagonista.

El peronismo de San Luis está vivo. Pero para que vuelva a caminar, Alberto se tiene que bajar.

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=nUKEfW9ukCE

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