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En su regreso a los medios tras un largo silencio, el reconocido médico cardiólogo e intervencionista Fernando Pastor brindó una entrevista profunda y frontal en el programa Tiempos de Poder por San Luis Streaming. Alejado de los micrófonos pero nunca del pensamiento crítico, Pastor compartió una mirada filosa sobre la realidad argentina, el rol de la política, el sistema judicial, el poder global y la necesidad urgente de recuperar los valores del peronismo auténtico.
Desde su doble identidad como profesional de la salud y ciudadano comprometido, Fernando Pastor remarcó que su incursión en la política nació de un “mandato ético” más que de una búsqueda de poder. “El cambio no es una consigna vacía; debe ser una evolución hacia una mejor calidad de vida. No solo en salud, sino en dignidad, justicia y soberanía”, señaló con convicción.
Identificado con el pensamiento de Guillermo Moreno, Pastor reivindicó un peronismo profundamente nacionalista, doctrinario y alejado de las desviaciones de conveniencia política. Denunció la degradación institucional, la manipulación de la justicia y el avance de un modelo globalista que “desmembra la soberanía y destruye la identidad de los pueblos”.
Con tono firme, advirtió: “Mi compromiso no es con una estructura partidaria, es con un movimiento. El peronismo es una doctrina viva que habla del bien común, y no hay bien común si uno se salva solo. No puedo disfrutar de un asado si un amigo mío no tiene plata para venir. Eso es el verdadero sentido de comunidad”.
Pastor criticó duramente los cambios oportunistas en la dirigencia política, la falta de convicción y la colonización cultural. Aseguró que el actual gobierno nacional, encabezado por Javier Milei, responde a un “modelo de laboratorio” impuesto por intereses internacionales, y remarcó que su propósito “es hacer el trabajo sucio para entregar la Argentina a otros poderes”.
En un tramo de alto voltaje político, afirmó que «no es tan malo el gringo que te compra, sino el gaucho que te vende», apuntando a la entrega de soberanía y a la pérdida de identidad cultural. Advirtió sobre la infiltración ideológica a través de think tanks globales y universidades que estudian las reacciones sociales en América Latina para condicionar decisiones políticas.
Pastor también expresó su preocupación por el conflicto en Medio Oriente y su impacto energético-emocional sobre la humanidad. “Hay una vibración global muy baja. A mí me cuesta dormir sabiendo lo que está pasando en Gaza, en Israel, en Ucrania. Esto no es ajeno a nosotros. La guerra nos va a alcanzar”, dijo.
Finalmente, reflexionó sobre el deterioro de los valores fundamentales del país: “La justicia debería ser para acompañar al pueblo en la injusticia, como la medicina acompaña en la enfermedad. Pero los jueces hoy responden a otros intereses. Y cuando eso pasa, no hay Estado de derecho posible”.
Con su estilo llano y conceptual, Fernando Pastor volvió al ruedo mediático como lo que siempre fue: un médico con pensamiento propio, un peronista con doctrina y un ciudadano dispuesto a hablar, aunque incomode. En tiempos donde el silencio parece cómodo, su voz —incómoda, firme y directa— resuena con una claridad que escasea.