La vieja escuela sigue viva: vuelven a demonizar Villa Mercedes para esmerilar a Maxi Frontera

La vieja escuela sigue viva: vuelven a demonizar Villa Mercedes para esmerilar a Maxi Frontera

Por Gustavo Thompson.

En los años dorados de su hegemonía, Adolfo Rodríguez Saá construyó poder no solo desde la política, sino también desde la manipulación mediática sistemática. Uno de sus recursos más efectivos fue demonizar a Villa Mercedes, instalando a través del Diario de San Luis —hoy rebautizado como Diario de la República— la narrativa de que la segunda ciudad de la provincia era el corazón del delito, la inseguridad y el caos social. Cada hecho policial, por mínimo que fuera, era amplificado con títulos catástrofe, en una sección exclusiva de Villa Mercedes, mientras la capital se mostraba como un paraíso de orden y paz.

Hoy, la historia se repite. ¿creen que es causal?…

La prensa oficial, en forma combinada, vuelve a cargar contra Villa Mercedes

En plena transición generacional, cuando el poder político y real en San Luis comienza a trasladarse hacia Pedernera como epicentro de una nueva esperanza, la narrativa de la inseguridad regresa como herramienta de desgaste político. Los titulares más alarmantes vuelven a tener un solo objetivo geográfico: Villa Mercedes. TODO LO MALO PASA EN VILLA MERCEDES.

Y en este nuevo capítulo, el brazo ejecutor es Diego Masci, desde el aparato de comunicación estatal y CIA. La lógica es la misma: instalar miedo, construir enemigos, deslegitimar gobiernos locales y frenar el ascenso de liderazgos emergentes, como el de Maximiliano Frontera. PONGAN LOS TITULOS MAS HORROROSOS, DICE MASCI.

Los títulos hablan por sí solos. Mientras que en la capital los hechos graves apenas se reportan o se relativizan, cualquier episodio en Villa Mercedes se convierte en escándalo de tapa. La capital, otra vez, aparece blindada. Mercedes, otra vez, expuesta.

Todo recae sobre Frontera: el Centro Cívico desapareció, el Gobierno provincial invisible, la policía mira para otro lado.

En este contexto, la ciudad está sin representación institucional visible del Gobierno provincial. El «Centro Cívico» es una sombra, instalado a penas en un viejo y lamentable lugar que solo dejó torturas, presos y muertes (ex comisaría), desde luego, toda la carga política, mediática y social recae sobre el intendente. Así, la estrategia es clara: esmerilar a Frontera desde la inseguridad, presentarlo como incapaz, aislarlo y frenar su ascenso como figura central del nuevo peronismo. Villa Mercedes confiando en la visita de los jueves, solo eso, visita, como dicen ellos, capital alterna conjuntamente con Buena Esperanza y una ciudad del norte, nos preguntamos ¿Qué criterio mas que una cargada puede tener Buena Esperanza con Villa Mercedes para tremenda igualdad de sentido?.

Solo un necio no advertiría esta jugada. Se trata de una operación premeditada, con timing, con bajada de línea, y con una intencionalidad política evidente: frenar la consolidación de una figura joven, popular, eficaz y con proyección real de poder. ALGUIEN LO TIENE QUE MARCAR, O SE DUERMEN O LES GUSTA QUE SE LA PONGAN…

Villa Mercedes molesta porque deja en evidencia el agotamiento de la capital política, Poggi jamás será político y Frontera es un político de la hostia.

Lo que verdaderamente inquieta a los herederos de la vieja política no es la inseguridad, sino el hecho innegable de que Villa Mercedes ya no es la ciudad subordinada, sino el nuevo eje de liderazgo provincial. Mientras los octogenarios se atrincheran en la capital con discursos repetidos y sellos agotados, en Villa Mercedes se escribe otra historia, con otra generación, otra sensibilidad y otro vínculo con la ciudadanía, otra narrativa.

Y eso, a los viejos dueños del poder, les aterra, son tan obvios que vuelven a repetir sus chantadas como si esta vez les fuera a funcionar, el tema y lo que duele es que lo genere Poggi que Villa Mercedes le abre los brazos y por atrás, lo manda a Masci a destrozar mediáticamente a la ciudad.

La demonización mediática de Villa Mercedes no es casual. Es estrategia. Es miedo. Es la vieja escuela reaccionando ante el surgimiento de un liderazgo nuevo. Y en San Luis, como siempre, La Línea lo observa todo y anota, también archiva.

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