Por Gustavo Thompson.
El resultado electoral del 26 de octubre despejó cualquier duda sobre el liderazgo político dentro del espacio libertario. La intervención del gobernador Claudio Poggi en los días previos a la elección —con apoyo estructural, fiscales y una clara bajada de línea— ordenaron lo que hasta entonces era un frente disperso. Los demás referentes, con visibilidad pero sin estructura, quedaron relegados a un segundo plano.
La reciente elección provincial en San Luis dejó una definición política de peso: Claudio Poggi emergió como el único dirigente con la solvencia, fortaleza y liderazgo territorial para conducir a La Libertad Avanza en la provincia.
Lo que en la previa se mostraba como un espacio fragmentado, con múltiples voces y ninguna conducción clara, sin certezas, terminó ordenándose bajo una única figura: la del actual gobernador.
El desconcierto interno de los sectores libertarios eran y son evidentes, donde varios dirigentes buscaron posicionarse como referentes sin lograr articular cohesión ni respaldo genuino.
El senador Bartolomé Abdala, de presencia parlamentaria destacada pero con poco anclaje territorial, no consiguió consolidar estructura propia ni un discurso de unidad. Su figura aparece más vinculada a la especulación electoral que a la construcción real de base política con casi un record de causas encajonadas en la justicia que ya nadie entiendo cómo es que no sale ninguna.
La diputada Mónica Becerra, en tanto, no logró trascender el lugar de dirigente circunstancial. Su pasado en el poggismo le otorgó visibilidad, pero no una identidad política sólida. A pesar de su rol dentro del Congreso, no representa una línea orgánica ni una proyección de conducción provincial.
Otros nombres que el medio mencionó —Carlos D’Alessandro, Carlos Almena, Ivanna Arrascaeta y Rodolfo Negri— evidencian una misma carencia: liderazgo territorial, estructura y capacidad de síntesis política.
D’Alessandro, tras su ruptura con el espacio, se aisló políticamente; Almena carece de base propia; mientras que Arrascaeta y Negri mantienen una presencia testimonial, con tufo empresarial, sin incidencia real en la toma de decisiones.
Frente a ese escenario disperso, Claudio Poggi impuso orden, método y conducción.
Su intervención estratégica en la última etapa de la campaña —con respaldo logístico, fiscalización precisa y bajada política uniforme— permitió unificar un espacio que se había desgastado en internas.
El resultado fue contundente: La Libertad Avanza no solo logró un desempeño electoral sólido, sino que lo hizo bajo una conducción definida, institucional y coherente.
“Las elecciones ordenaron lo que la política había desordenado”, señaló un dirigente libertario consultado tras los comicios.
“Poggi tiene lo que los demás no: estructura, gestión y visión de provincia. Es el único capaz de conducir y garantizar gobernabilidad dentro del movimiento.”
Poggi: El liderazgo que ordena el cambio
En tiempos de fragmentación y discursos extremos, Poggi representa un tipo de liderazgo que combina experiencia con modernidad política.
Su figura trasciende los límites partidarios: no necesita proclamarse libertario para encarnar los valores de racionalidad, eficiencia, mérito y austeridad que el electorado demanda.
Mientras los otros nombres de la nómina se debaten entre ambiciones personales, Poggi construye poder con gestión y resultados.
El mensaje de las urnas fue nítido: La Libertad Avanza en San Luis tiene rumbo, estructura y conductor.
Y ese conductor —por legitimidad popular, solvencia institucional y audacia política— se llama Claudio Poggi.
