Los que aplauden al verdugo: cuando el silencio y la traición visten de mercedinos

Los que aplauden al verdugo: cuando el silencio y la traición visten de mercedinos

Por Gustavo Thompson

En tiempos donde Villa Mercedes enfrenta una embestida sistemática, orquestada con la precisión de un aparato político en retirada, resulta inevitable identificar no solo a los autores intelectuales del desprestigio, sino también a aquellos que, desde adentro, lo celebran o lo permiten.

Porque sí: la ciudad está siendo atacada. Lo que ocurre contra el intendente Maximiliano Frontera no son simples críticas políticas. Son falsas denuncias sistematizadas, operaciones mediáticas y provocaciones diseñadas para dañar no solo a una figura de gestión, sino al proyecto de transformación que encarna la segunda ciudad más importante de San Luis que fue relegada por años, precisamente por los que hoy siguen provocando con suma mentalidad DESTRUCTORA.

Y detrás de esa maquinaria —ya oxidada pero aún venenosa— está Alberto Rodríguez Saá, el último sobreviviente de un régimen político que se resiste al ocaso con el único recurso que le queda: ensuciar lo que no puede controlar. A sus 75 años, y con el pulso y piernas temblorosas de quien ve desmoronarse su imperio simbólico, no duda en apuntar sus cañones contra Villa Mercedes. Porque en su lógica, si no gobierna, nadie puede gobernar.

Pero lo verdaderamente imperdonable no es el ataque del enemigo. Es la complicidad de los propios.

Mercedinos que se callan. Mercedinos que justifican. Mercedinos que, por cálculo o cobardía, aplauden al verdugo mientras este intenta degollar el presente y el futuro de su propia ciudad. Esa clase de personajes merece ser señalada por lo que son: funcionales a la infamia, cómplices del agravio, traidores de la identidad colectiva.

Se trata de un perfil patético, aunque no nuevo: el del resentido crónico, el que nunca pudo construir nada y solo se siente parte cuando se suma a una cruzada destructiva. El que prefiere ver caer a su ciudad con tal de no verla crecer sin él. El que grita “soy mercedino” para firmar después un pacto con quienes desprecian a Villa Mercedes desde siempre.

Porque quienes atacan a Frontera con denuncias falsas, no lo hacen por diferencias de gestión. Lo hacen porque no toleran que Villa Mercedes haya recuperado su voz, su dignidad, SUS SIMBOLOS y su proyección. Y quienes se suman al coro del agravio, lo hacen porque nunca pudieron construir nada con la frente alta.

Esta ciudad no necesita serviles, ni tibios, ni cómplices. Necesita valientes que la defiendan, incluso cuando eso implique romper con viejas lealtades o estructuras que ya no representan a nadie. FUNDAMENTALMENTE SI SON MEGA CORRUPTOS CON TONELADAS DE DENUNCIAS EN LA JUSTICIA.

Villa Mercedes no se entrega. Y mucho menos se traiciona. El que aplaude al agresor, pierde para siempre el derecho a decir que ama esta ciudad, pierde autoridad y respeto.

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