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Por Gustavo Thompson.
Villa Mercedes observa con atención. La última embestida política contra Maximiliano Frontera, encabezada por la diputada Gloria Petrino desde la Legislatura provincial, no es un hecho aislado ni inocente: es parte de una estrategia sistemática que ya no sorprende, pero sí alarma. La dirigencia, la militancia y el pueblo mercedino empiezan a exigir definiciones. Y ahora, todas las miradas apuntan a un solo lugar: el despacho del gobernador Claudio Poggi.
Frontera se ha transformado, sin dudas, en la única figura de recambio real en la política de San Luis. Su liderazgo joven, arraigado en el territorio y con una narrativa de gestión concreta, ha comenzado a incomodar a los dos grandes polos tradicionales del poder: el deteriorado aparato de Alberto Rodríguez Saá y la maquinaria cada vez más hermética de Claudio Poggi. Ambos, aunque enfrentados públicamente, coinciden en algo: Maxi Frontera les quita el sueño.
Los ataques de Alberto Rodríguez Saá y su entorno no sorprenden: forman parte de una estructura política y económica que ha sido acusada reiteradamente de corrupción, que destruyó el peronismo puntano y que hoy busca resistir como puede, atrincherado ilegítimamente (electoralmente hablando) en el Partido Justicialista. Pero lo que sí sorprende –y preocupa– es la ambigüedad calculada de Claudio Poggi, quien hasta ahora ha recibido de Villa Mercedes gobernabilidad absoluta, institucionalidad plena y respeto político, sin devolver, a cambio, señales claras, al contrario, se percibe que habría combinación para ir limando a Frontera y no los vamos a dejar..
El intento de regalarle un cargo nacional por minoría al rodriguezsaísmo –ese mismo sector al que supuestamente enfrenta– no tiene explicación lógica ni ética en ningún manual de la política seria. No es un error técnico ni una jugada electoral: es una traición simbólica. Una concesión que habilita la sospecha de acuerdos ocultos, combinaciones premeditadas o, peor aún, una estrategia para frenar el ascenso inevitable de Frontera, el único líder que ha demostrado tener vocación transformadora y, sobre todo, coraje político. Villa mercedes viene anotando todo y también previniendo, sobre todo al poggismo, somos leales y buenos pero, pelotudos NO. Maxi Frontera es lider y conductor y no esta solo, tiene un juego de poder social, institucional y político amplio y, fundamentalmente, con libertad de pensamiento como lo demuestra la presente nota.
Como antecedente, si Claudio Poggi sumó al PRO, a la UCR y a otras fuerzas para neutralizarlas, y si ahora ve a Frontera como su verdadero adversario, entonces ha perdido el rumbo y ha dejado de representar a una parte importante del pueblo puntano que lo apoyó esperando cambio y firmeza. Los antecedentes lo condenan: ha preferido siempre la estrategia de la neutralización, el equilibrio calculado, el gris político. Pero la historia exige certezas, no medias tintas.
Este es el momento de la verdad. Claudio Poggi debe elegir: o se planta con firmeza y con coraje, como lo hace Maxi Frontera todos los días desde su gestión en Villa Mercedes, o sigue navegando en la ambigüedad funcional a su supuesto adversario histórico. Ya no hay margen para la especulación: la gente quiere saber de qué lado está el gobernador. REGALAR EL CANDIDATO NACIONAL POR MINORIA A ALBERTO RODRIGUEZ SAA ES MUY GROSERO Y EVIDENTE, EL ATAQUE DE PETRINO YA ES OBVIO QUE ALGO NO ESTA BIEN.
Villa Mercedes lo tiene claro. El futuro político de San Luis también.