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Por Gustavo Thompson.
En Villa Mercedes nos conocemos. Sabemos quién camina las calles, quién trabaja, quién da la cara y quién aparece solo para ensuciar. Y por eso, la irrupción de Pablo Britos no pasa desapercibida… pero tampoco engaña a nadie.
Britos es empleado de la administración pública provincial. Su familia es del norte puntano. Porta un apellido que en política tiene historia, pero él no tiene parentesco ni representa a esa línea política. Lo usa, como quien se cuelga de un nombre ajeno para abrir puertas, pero su hoja de vida no tiene la solidez ni el compromiso que Villa Mercedes exige para hablar en su nombre.
Fuera del ámbito estatal, es conocido por sus heladerías en San Francisco y Quines, con denuncias por empleados en negro. Su rol real no es el de un defensor de los trabajadores, sino el de puntero y títere de Claudio “Chapa” Suárez, el mismo que hace pocos días se reunió con Adolfo Rodríguez Saá para sumarse a su fuerza política Todos Unidos. Todo cierra: operadores reciclados, viejas alianzas y el manual de siempre para intentar debilitar a nuestra ciudad.
En nombre de UPCN, Britos busca instalar un conflicto salarial en Villa Mercedes, representando, como mucho, al 10% de los municipales. No hace lo mismo con el gobernador Poggi. No se anima con el intendente capitalino Hissa. No, elige venir a golpear acá. ¿Por qué?, porque la historia se repite: atacar a Villa Mercedes siempre fue la estrategia predilecta de quienes, desde la capital, no soportan vernos crecer.
El video que circula lo muestra con un discurso armado, desafiante, pretendiendo legitimidad donde no la hay. No representa a la ciudad, no tiene mandato popular, no es la voz de nuestros trabajadores, nadie lo conoce salvo en el norte vendiendo helado. Es otro operador que se viste de sindicalista para hacer política barata, payasos de la vieja política que quedan obsoletos porque hay un octogenario detrás manejándolos como títeres..
En Villa Mercedes sabemos reconocer a los nuestros, y Pablo Britos no es uno de ellos, NO EXISTE EN VILLA MERCEDES. No tiene historia, no tiene respaldo, no tiene autoridad moral, hasta su apellido es falso. Su actitud es otro intento de desgaste, otro golpe bajo contra una ciudad que no se arrodilla.
Lo decimos claro:
El poder de Pedernera no se compra, no se alquila y no se falsifica. El poder de Pedernera es Villa Mercedes. Y Villa Mercedes no se negocia.
