La ministra del Superior Tribunal de Justicia de San Luis, Cecilia Chada, presentó su renuncia indeclinable al cargo, y el gobernador Claudio Poggi la aceptó formalmente el pasado 26 de mayo. En su carta, Chada expresó que dejaba su función por la inminencia de iniciar su trámite previsional, lo que en apariencia cierra la explicación con una lógica institucional.
Sin embargo, el motivo declarado no termina de convencer a todos. En ámbitos jurídicos y políticos, comienzan a surgir voces que leen la salida de Chada más como una jugada de ajedrez que como una decisión previsional espontánea.
Una jubilación que no era obligatoria
La duda central radica en un hecho objetivo: los jueces en Argentina no están obligados a jubilarse al alcanzar la edad previsional. De hecho, tanto en el ámbito federal como en varios poderes judiciales provinciales —incluido el de San Luis— existen antecedentes de magistrados que continúan en funciones más allá de los 70 e incluso 80 años, siempre que se mantenga su buena conducta y capacidad operativa.
En ese contexto, la decisión de Chada de dejar el cargo “por edad jubilatoria” no parece tener el peso necesario como única explicación. Y mucho menos en un momento clave, en el que el Superior Tribunal debe resolver causas sensibles y se encuentra bajo una atención institucional creciente.
Una jugada que podría reconfigurar la Corte puntana
La renuncia de Cecilia Chada deja una vacante clave en la máxima instancia judicial de San Luis, abriendo la posibilidad de una nueva designación que podría cambiar los equilibrios internos del tribunal.
Algunos analistas judiciales y políticos comienzan a leer el hecho como parte de una reestructuración silenciosa pero profunda, impulsada desde el nuevo esquema de poder provincial. Una suerte de sangría institucional que no se declara abiertamente, pero que va desarmando, pieza por pieza, la arquitectura del poder judicial construida durante años anteriores.
El silencio como síntoma
Ni desde la propia Cecilia Chada ni desde el Superior Tribunal se han ofrecido detalles más allá del comunicado formal. Y eso, lejos de calmar las aguas, ha aumentado la especulación.
La exministra se retira con un perfil bajo, sin dar entrevistas ni realizar declaraciones. Su silencio, en lugar de cerrar el capítulo, parece abrir un nuevo interrogante sobre lo que realmente está ocurriendo en las alturas del poder judicial sanluiseño.
Una salida que no pasa inadvertida
En política y justicia, a veces lo que se dice pesa menos que lo que se deja entrever.
Y en este caso, la explicación formal de la jubilación parece no alcanzar para tapar el eco de una decisión que, por su momento y contexto, sugiere algo más profundo: una transformación calculada del Superior Tribunal de Justicia.
En definitiva, no se trata solo de una renuncia. Se trata de un movimiento en el tablero. Y como en toda buena partida, lo importante no siempre es la pieza que se mueve, sino la estrategia que se esconde detrás.