San Luis no vota para atrás: Poggi tensionado, pero con gobernabilidad asegurada

San Luis no vota para atrás: Poggi tensionado, pero con gobernabilidad asegurada

Por Gustavo Thompson

La política puntana atraviesa días de fuego cruzado. A la multitudinaria marcha ciudadana que expresó su descontento en varios puntos de la provincia con epicentro en la ciudad capital, se sumaron las presiones internas del núcleo duro del poggismo —los llamados “puros”—, que intentaron capitalizar el ruido social para forzar una purga política dentro del oficialismo. En ese contexto, el gobernador Claudio Poggi tomó una decisión clave: anunció que el frente «Ahora San Luis» no competirá en las elecciones nacionales de octubre y ratificó su alianza institucional con el intendente de Villa Mercedes, Maximiliano Frontera, desactivando en tiempo real la perversa maniobra interna.

 La presión de los “puros” y una cena con sabor a ruptura

La escena fue clara: en una cena reciente en Villa Mercedes, dirigentes de Avanzar —el partido fundacional de Poggi— le reclamaron al gobernador que rompa con Convergencia, excluya a aliados como Frontera y Luis Giraudo, y gobierne únicamente con «los de siempre». En otras palabras, pretendían convertir a Poggi en un prisionero de su núcleo duro, aislándolo del entramado político que le permitió llegar al poder y sostener la gobernabilidad en su primera gestión y le garantizan su reelección.

Pero Poggi dijo no. Con un gesto político de alto valor, eligió preservar la estructura de gobierno, priorizó la estabilidad por sobre el sectarismo absurdo y evitó abrir una grieta interna que hubiese sido devastadora. En esa misma línea, se negó a subordinarse a la lógica electoral nacional, evitando que su frente provincial se diluya en la disputa nacional entre Milei y sus opositores siendo el Partido Justicialista su principal adversario.

 El escudo político: Maxi Frontera

En medio del descontento social, de una crisis económica creciente y de tensiones internas, Maximiliano Frontera se ha convertido en el principal respaldo político y territorial de Poggi. Mientras miles se manifestaban en la capital, Poggi estaba en Villa Mercedes con su aliado, anunciando decisiones estructurales para su frente. Esa foto —no buscada por Villa Mercedes, pero contundentemente planificada por Poggi— mostró quién garantiza hoy la gobernabilidad en San Luis: Frontera es la columna vertebral de la contención política del gobernador.

Villa Mercedes ya no es solo la segunda ciudad. Es la espada institucional que le da aire al gobierno cuando en la capital lo asfixian con reclamos, internas y deslealtades.

 Comunicación desarticulada y pérdida de centralidad

El gran problema del poggismo hoy no es el social ni el político. Es el comunicacional. Poggi, que en otros tiempos fue sinónimo de mensaje claro, presencia fuerte y estrategia de discurso, hoy no logra proyectar con nitidez su relato de gobierno, lo muestran con los pantalones a media asta, lo instalan con grises, debilitan, desde adentro, su imagen de líder ergo, corre riesgo de que se pierda el respeto, cuando esto sucede, lo que viene después es lamentable. La confusión sobre el rumbo, la falta de voceros sólidos y la debilidad narrativa frente a las usinas opositoras —que incluso operan desde dentro— lo dejan sin capacidad de reacción.

Una cosa es tener el poder. Otra es ejercerlo con claridad, respaldo y legitimidad simbólica. Y ahí, el gobierno provincial hace agua por todos lados. No logra conectar con la sociedad, ni con su base militante, ni con su propio frente ampliado.

 Viejos fantasmas, sin destino electoral

En este escenario, aparecen como carroñeros los mismos actores que la sociedad argentina y sanluiseña votaron para que se vayan: los operadores del viejo régimen, los octogenarios del poder eterno, los que gobernaron 40 años creyendo que eran indispensables. Hoy se disfrazan de indignados sociales, impulsan marchas, fogonean denuncias y susurran al oído de los resentidos.

Pero el pueblo no es tonto. Los sanluiseños no van a votar para atrás. Ya se expresó. Ya dijo basta. Y si vuelve a expresarse, será solo para apostar a una nueva figura, a una esperanza renovada. Jamás para devolver el poder a quienes lo usaron para perpetuarse.

 Conclusión: Poggi tensionado, pero firme

Claudio Poggi no vive su mejor momento político. Eso es innegable. Tiene problemas de comunicación, enfrenta presiones internas, y ve cómo se le mueve el tablero desde adentro y desde afuera. Pero tiene algo que lo sostiene: gobernabilidad real, gracias a Maxi Frontera, a un electorado que no quiere saber nada con el pasado, y a una estructura que, aunque tensionada, todavía responde. NO hay posibilidades que las marchas que se visualizan desestabilicen la gobernabilidad de Poggi, lo que si es inminente es que Poggi debe cambiar el rumbo porque si, ineludiblemente, terminará quedándose, solamente, con los que dicen llamarse «puros» que no tienen votos pero si, una vocación de manos largas importante pero, ese tema es para otra editorial.

El desafío es clarísimo: reordenar su discurso, recuperar el centro político, sostener respeto, y volver a hablarle al pueblo con la claridad que lo llevó al poder.

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