San Luis: Un poder en círculo cerrado que atenta contra la alternancia democrática

San Luis: Un poder en círculo cerrado que atenta contra la alternancia democrática

Por Gustavo Thompson.

Desde 2003 hasta la actualidad, San Luis ha sido testigo de una suerte de «sociedad política» entre Alberto Rodríguez Saá y Claudio Poggi, un esquema de poder cerrado, repetitivo y excluyente, que ha impedido el surgimiento de nuevos liderazgos y ha puesto en jaque los valores de la alternancia democrática.

Bajo este pacto de sucesión, Rodríguez Saá y Poggi han mantenido el control de la provincia pasándose el mando entre ellos mismos sin permitir una renovación real en la política puntana. El resultado: un sistema que se recicla pero no se renueva, donde los mismos protagonistas ocupan las máximas esferas del poder, sin dar lugar a una competencia justa ni a nuevas expresiones políticas que representen verdaderamente el dinamismo de la sociedad sanluiseña.

Un poder que se recicla sin cambios reales

La cronología de este acuerdo político deja en evidencia una estructura de poder que funciona como una rueda sin fin:

  • 2003 – 2011: Alberto Rodríguez Saá

  • 2011 – 2015: Claudio Poggi

  • 2015 – 2023: Alberto Rodríguez Saá

  • 2023 – 2025: Claudio Poggi

Este esquema demuestra un pacto de conveniencia política, donde el poder nunca cambia realmente de manos, sino que es administrado por los mismos actores.

La pregunta que surge es: ¿dónde queda la alternancia democrática?

La democracia no es solo la posibilidad de votar cada cuatro años. La verdadera democracia se fortalece con la diversidad de opciones, con la posibilidad de que nuevos actores participen en igualdad de condiciones y con la certeza de que el poder no es propiedad de unos pocos, sino de todos los ciudadanos.

Pero en San Luis, este principio ha sido vulnerado sistemáticamente por un modelo político que no permite que nadie más entre en el juego.

El mito de la alternancia: una falsa democracia en movimiento

En cualquier democracia saludable, la alternancia en el poder es un elemento clave para la pluralidad, la transparencia y el control de gestión. La rotación entre fuerzas políticas no solo refresca las instituciones, sino que evita el enquistamiento del poder y promueve la rendición de cuentas.

Sin embargo, lo que ocurre en San Luis no es alternancia genuina, sino una simulación de cambio. No hay una verdadera competencia electoral que permita a otros sectores disputar el gobierno en condiciones de equidad.

Este falso cambio perpetúa un sistema de poder cerrado, previsible y diseñado para que el liderazgo nunca salga de las mismas manos.

Más que alternancia, lo que tenemos en San Luis es un acuerdo de continuidad política, donde los mismos dirigentes se turnan en el poder, limitando el surgimiento de nuevos liderazgos y cerrando cualquier posibilidad de una representación más equitativa de la sociedad.

Las consecuencias de un sistema sin renovación

El efecto más grave de este modelo es que bloquea el desarrollo de nuevas ideas y proyectos políticos.

Si la política se convierte en un club cerrado donde siempre ganan los mismos, la consecuencia inevitable es el estancamiento de la provincia, la falta de innovación en la gestión y la perpetuación de los mismos errores.

Este modelo de sucesión previsible también genera desconfianza en la política y aleja a la ciudadanía de la participación activa. Cuando la gente siente que su voto no cambia nada, la democracia se debilita.

Los verdaderos liderazgos no surgen cuando el poder se hereda entre los mismos actores, sino cuando se da espacio a la competencia real, a la pluralidad y al surgimiento de nuevas voces.

¿Cómo salir de este círculo vicioso?

San Luis necesita una renovación profunda en su estructura política.

  • Es hora de abrir el juego, de permitir la competencia real y de romper con esta falsa alternancia que solo beneficia a quienes ya están en el poder.

  • La provincia requiere nuevas ideas, nuevos proyectos y, sobre todo, nuevos liderazgos capaces de gobernar con una visión renovada, sin ataduras ni pactos preexistentes.

  • Es fundamental que los ciudadanos tomen conciencia de esta realidad y exijan un cambio genuino. No se trata de cambiar de nombre en el sillón del gobernador, sino de cambiar el modelo que ha convertido a San Luis en un feudo político donde el poder nunca cambia de manos.

San Luis merece un futuro donde el poder no sea un bien heredado entre los mismos de siempre, sino una herramienta al servicio de todos. Y ese futuro solo será posible cuando la verdadera alternancia deje de ser un mito y se convierta en una realidad.

Conclusión: el fin de un ciclo predecible

El modelo de poder entre Rodríguez Saá y Poggi ha llegado a su límite histórico.

Los ciudadanos ya no pueden seguir siendo espectadores de un juego predecible, donde el poder se mantiene en un círculo cerrado de dirigentes que han convertido a la provincia en un tablero de ajedrez donde las fichas cambian de posición, pero nunca salen del juego.

San Luis tiene el derecho y la necesidad de escribir un nuevo capítulo en su historia política.
Un capítulo donde la alternancia sea real, donde las nuevas generaciones tengan espacio y donde la política deje de ser un pacto entre unos pocos y vuelva a ser la voz de todos.

Ha llegado el momento de romper este ciclo. Porque la democracia no es un acuerdo entre dos personas. La democracia es el poder del pueblo. Y es hora de recuperarlo.

Entrada anterior El arte de construir poder: la lección de Villa Mercedes y la fragilidad de Claudio Poggi
Entrada siguiente Mauro Sabatini: La Nueva Cara del Movimiento de Unidad Provincial (MUP) y la Construcción de un Espacio de Renovación en San Luis