Durante años, la representación legislativa del Departamento Pedernera ha sido blanco de críticas —justificadas en muchos casos— por su escasa producción parlamentaria y una presencia política limitada al acompañamiento sistemático de decisiones sin voz propia. Diputados que asistían para “levantar la mano” y poco más, sin iniciativa, sin calle, sin proyectos.
Sin embargo, en este nuevo período legislativo, dos nombres comenzaron a romper esa lógica pasiva y marcar una diferencia concreta. Se trata de Nicolás González Ferro y Cristian Gurruchaga, diputados provinciales que, de un tiempo a esta parte, ya ostentan el récord de proyectos presentados dentro del cuerpo legislativo.
No se trata de una cifra decorativa. Cada propuesta, cada iniciativa, refleja una voluntad real de transformar, escuchar y construir, alejándose de la vieja práctica de la comodidad institucional.
Un trabajo legislativo visible, sostenido y con sentido
Tanto González Ferro como Gurruchaga forman parte de una nueva generación de dirigentes que conciben la política como un acto de compromiso diario, no como una formalidad o un privilegio.
Sus proyectos abarcan temas sensibles y profundamente humanos, como la protección de niños con cáncer, el bienestar animal, la transparencia en la función pública mediante el Narcotest, la promoción de sectores productivos como la vitivinicultura, y el fortalecimiento de la educación y la salud.
Más allá de los temas, lo que se destaca es el ritmo y la profundidad de su trabajo. En un escenario donde la iniciativa legislativa suele estar monopolizada por pocos nombres o sectores, que dos diputados del interior marquen agenda y lideren en producción parlamentaria no es un dato menor. Es un mensaje.
Un recambio que empieza a dar frutos
Ambos dirigentes emergen desde la estructura política que lidera Maximiliano Frontera, pero su tarea trasciende la obediencia partidaria. Se destacan por su presencia constante en el territorio, su apertura al diálogo y su vocación de transformar la realidad desde el marco institucional, sin apelar al escándalo ni a la teatralidad mediática.
Nicolás González Ferro, con formación contable y una sensibilidad social profundamente arraigada, combina capacidad técnica con cercanía humana. Por su parte, Cristian Gurruchaga, abogado y miembro del Consejo de la Magistratura, aporta rigor jurídico, mirada estratégica y un estilo político directo, sin estridencias, algo así como regando el árbol familiar en la continuidad de persona noble, de buena madera.
Otra forma de hacer política
En tiempos donde el descrédito sobre la clase política crece, la figura de diputados que trabajan, que estudian, que proponen y que se hacen cargo cobra una relevancia inusual.
La ciudadanía empieza a reconocer —y a exigir— esta nueva forma de representar. González Ferro y Gurruchaga no sólo ocupan una banca: la honran. Y en una Legislatura que durante mucho tiempo fue vista como una caja de resonancia de los grandes nombres, sometidos y arrodillados a caprichos de mentalidades octogenarias, ver surgir liderazgos jóvenes, preparados y activos desde el interior, que se planta con dignidad y coraje, es una señal clara de que algo puede estar cambiando.
El desafío: sostener y contagiar
El gran desafío de ambos legisladores será sostener este ritmo, profundizar la conexión con la comunidad y contagiar este espíritu de trabajo a sus pares. No será fácil. Pero si hay algo que han demostrado en este corto tiempo, es que no llegaron para figurar: llegaron para construir.
Y cuando el compromiso es genuino, la política deja de ser una rutina y vuelve a ser una herramienta de transformación real.