Por Gustavo Thompson.
Hay ciudades que dan, y hay ciudades que exigen. Algunas construyen desde el sacrificio silencioso, otras reclaman desde el privilegio heredado. Villa Mercedes pertenece, sin dudas, al primer grupo. Lo dijo recientemente su intendente, Maximiliano Frontera, con la serenidad de quien conoce su historia: «Villa Mercedes siempre ha dado más de lo que ha recibido». No lo dijo como reproche. Lo dijo como verdad. Y como punto de partida para un nuevo ciclo.
En su conversación con Alberto Trombetta en San Luis Streaming, Frontera desnudó con claridad una realidad que los mercedinos conocen desde hace décadas: la ciudad ha sido sistemáticamente relegada por los centros de poder, a pesar de su enorme aporte institucional, económico y cultural. Y lo ha hecho sin estridencias, sin victimismos. Lo ha hecho con dignidad.
Desde 1983 hasta hoy, Villa Mercedes ha sido protagonista silenciosa del desarrollo provincial. Aportó dirigentes, acompañó procesos políticos, sostuvo con lealtad proyectos que muchas veces la ignoraron. Frontera evocó un dato histórico clave: fue esta ciudad la que, en el regreso de la democracia, le dio a San Luis su primer gobernador, Oraldo Britos. Y sin embargo, desde entonces, ha recibido menos de lo que ha entregado.
Este reconocimiento no es nostalgia, es diagnóstico. Y es también proyecto. Porque en esta nueva etapa, Frontera ha trazado una hoja de ruta que busca saldar esa deuda histórica. Con el Plan Estratégico 2040, Villa Mercedes comienza a definirse como ciudad cultural, universitaria, sustentable y turística, una ciudad del siglo XXI pensada para sus habitantes y construida con participación real.
Las obras no son menores: 70 nuevas cuadras de pavimento, renovación total de redes de agua y cloacas, iluminación LED en todos los barrios, nuevos camiones para servicios públicos, polideportivos, SUMs, viviendas. Pero más allá de la infraestructura, el mensaje es otro: la ciudad se respeta.
Y ese respeto no se declama, se ejerce. Frontera ha defendido institucionalidad, incluso cuando fue atacado desde adentro de su propio espacio. Ha elegido el camino de la construcción por sobre el de la confrontación estéril. Ha sostenido el vínculo con el gobernador Claudio Poggi desde la coherencia y el sentido común, sin dobleces ni oportunismos.
“Nosotros no vamos a vender la dignidad de Villa Mercedes”, afirmó. Y es esa frase la que explica por qué hoy Frontera es más que un intendente en gestión: es un referente emocional, político y cultural de una ciudad que ha despertado del letargo institucional.
Villa Mercedes está reclamando su lugar. No como favor, sino como derecho. No como premio, sino como justicia. Y en ese camino, Frontera aparece como el primer intendente posdemocrático con posibilidades reales de trascender.
Porque trascender, como se ha dicho, no es durar. Es marcar. Es dejar huella. Y cuando el presente se convierte en impulso para lo colectivo, la historia empieza a escribirse con otro tono. Y ese tono, hoy, empieza a escucharse cada vez más claro en los pagos de la Calle Angosta, el Rio Quinto y del Maxi Frontera.