Adolfo rompe con Poggi y lanza su candidatura: traición, revancha y una bomba en el acuerdo Milei–San Luis

Adolfo rompe con Poggi y lanza su candidatura: traición, revancha y una bomba en el acuerdo Milei–San Luis

El histórico dirigente peronista Adolfo Rodríguez Saá está a punto de detonar una nueva crisis política en San Luis. A días de oficializar su candidatura a diputado nacional por fuera del oficialismo provincial, el líder de Todos Unidos rompe relaciones con Claudio Poggi y dinamita el acuerdo de fondo entre el gobierno provincial y la Casa Rosada.

Según trascendió en los círculos más estrechos del adolfismo, la ruptura tiene nombre y causa: traición. Adolfo se habría sentido desplazado, desconsiderado y traicionado por el propio Poggi, quien —según fuentes cercanas— había prometido un lugar nacional de peso para el expresidente como parte del pacto político que aseguraba gobernabilidad en San Luis y respaldo al oficialismo nacional.

La promesa no se cumplió. Y Adolfo pega el portazo.

El acuerdo que se desmorona

Detrás de esta ruptura hay mucho más que una interna local. Lo que está en juego es el delicado equilibrio entre Javier Milei y Claudio Poggi, sellado tras las elecciones provinciales del año pasado. El entendimiento era claro: el presidente no competiría con lista propia en San Luis, y a cambio, Poggi garantizaría una boleta nacional sin fisuras, con figuras cercanas a la Casa Rosada.

Esa boleta ya tenía nombres. Alejandro Cacace encabezando, un segundo lugar reservado por Poggi, y el tercer casillero —clave para mantener cohesión— asignado a Bartolomé Abdala. Todo parecía encaminado.

Pero ahora, con Adolfo en rebelión, el escenario electoral cambia drásticamente.

Un golpe directo a la estrategia nacional

La decisión del Adolfo no es un gesto testimonial ni un capricho de última hora. Es una respuesta medida y calculada al destrato que sufrieron sus dirigentes dentro del gobierno provincial. El caso más evidente, y que habría colmado su paciencia, es el vaciamiento político del Ministerio de Ciencia y Tecnología, ocupado por adolfistas sin poder real, convertido —según denuncian— en un simple aguantadero.

Este nuevo movimiento no solo expone la fragilidad del “pacto de gobernabilidad”, sino que también recoloca a San Luis como un epicentro de conflicto político de alcance nacional. La interna que estalla no es solamente Poggi vs. Rodríguez Saá: es Milei, Poggi, y ahora Adolfo, en una guerra de nervios por los casilleros del Congreso.

¿Retiro? No. Redobla la apuesta

A sus 76 años, Adolfo Rodríguez Saá no se retira. Vuelve al ruedo. Y lo hace por la puerta grande, como protagonista incómodo, como figura impredecible. Ya lo hizo en 2001 cuando fue presidente fugaz de la Nación. Hoy, vuelve a colocar su apellido en la boleta, decidido a demostrar que aún tiene peso propio y estructura.

Su candidatura no solo fractura al oficialismo provincial. Reaviva viejas heridas, arrastra lealtades y desafía a la nueva generación de dirigentes que había logrado dejar atrás la sombra de los Rodríguez Saá.

La gran pregunta

La pregunta que queda flotando es simple y brutal: ¿Quién traicionó a quién?
¿Fue Adolfo quien se alejó del pacto por ambición? ¿O fue Poggi quien nunca tuvo la intención de cumplir con lo acordado? Lo cierto es que el efecto está a la vista: la lista única tambalea, el acuerdo Milei–Poggi entra en crisis, y el tablero político de San Luis vuelve a crujir.

En un año donde todo parece cambiar, una cosa queda clara: en San Luis, Adolfo nunca se va. Siempre vuelve. Y cuando lo hace, mueve el suelo.

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