En las últimas horas, se confirmó un nuevo capítulo en la degradante estrategia política del sector de Alberto Rodríguez Saá, donde nuevamente se recurre a la calumnia, el desprestigio y la mentira como herramientas de campaña. A través de un grupo de WhatsApp llamado “Rambo”, se intenta viralizar un video difamatorio contra el intendente de Villa Mercedes, Maximiliano Frontera, cuyo contenido busca sembrar confusión y desinformación entre la ciudadanía.
Lo alarmante no es solo el nivel de bajeza del material difundido, sino quiénes están detrás de su propagación. Zulema Rodríguez Saá, figura ya conocida por su historial de nepotismo y uso indebido del poder, fue una de las primeras en publicar el video en sus redes sociales. Pero lo más revelador llegó poco después: fue el propio Alberto Rodríguez Saá quien subió el mismo video al grupo “Rambo” (Whatsapp), dejando en evidencia que la operación no fue un hecho aislado, sino parte de un plan organizado.
A esta trama se suma con total naturalidad Silvia Rapisarda, actual referente cultural de la provincia. Según consta en capturas y registros del grupo, Rapisarda comentó activamente que reenviaría el video a otros espacios, mostrando su complicidad en una maniobra que no solo degrada el debate político, sino que evidencia una peligrosa red de desinformación y manipulación.
La conducta de estos personajes no puede ser pasada por alto. No se trata de simples opiniones, sino de acciones que pueden configurar delitos electorales y mediáticos, que deberán ser debidamente analizados por la Justicia. El daño moral y político generado por la difusión de contenido falso no solo afecta a un dirigente como Maximiliano Frontera, sino que hiere profundamente el clima de respeto y armonía que Villa Mercedes ha sabido construir.
Silvia Rapisarda deberá explicar su participación y su papel en esta cadena de difamaciones. Ya no alcanza con el silencio ni con el cinismo: cada uno de los involucrados tendrá que rendir cuentas ante la sociedad y, si corresponde, ante los tribunales. Porque no hay cultura posible donde reina el odio, no hay arte donde se siembra la mentira, y no hay política digna donde el desprestigio se convierte en estrategia.
La historia de San Luis está cambiando. Y con ella, cae la careta de quienes por años utilizaron el poder para protegerse entre sí, aun a costa de la verdad.