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En Justo Daract, la institucionalidad parece ser solo un sello de goma. El intendente Alfredo Domínguez, un fiel exponente del modelo autoritario que por años lideró Alberto Rodríguez Saá, ha convertido al municipio en su feudo personal, utilizando el poder para sofocar el sector privado, frenar el desarrollo económico y gobernar sin control institucional.
Las historias de atropellos y abusos son muchas. Pero hay algunos casos emblemáticos que evidencian cómo la administración de Domínguez ha priorizado la persecución política y económica por sobre el crecimiento de la localidad.
Un gobierno de decretos y sin Concejo Deliberante
Una de las irregularidades más escandalosas es que Domínguez ha gobernado Justo Daract durante años sin permitir el funcionamiento del Concejo Deliberante. A través de decretos y sin contrapesos institucionales, impuso decisiones que beneficiaban a su círculo de confianza, mientras los representantes del pueblo eran sistemáticamente bloqueados, silenciados o neutralizados.
Esta anulación del poder legislativo local ha generado un clima de abuso de poder e impunidad, donde los actos de gobierno no tienen ningún tipo de fiscalización, permitiendo así maniobras discrecionales y perjudicando el acceso a una administración transparente.
Persecución al sector privado: Empresas expulsadas y empleos perdidos
El sector privado no solo no ha encontrado respaldo en la gestión de Domínguez, sino que ha sido víctima de su persecución sistemática. Empresas agroindustriales, comercios y emprendedores locales han sufrido presiones, impuestos abusivos y regulaciones arbitrarias que los han obligado a migrar a otros municipios o a cerrar sus operaciones, dejando a cientos de vecinos sin empleo.
Algunos ejemplos son particularmente graves:
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Compañía Argentina de Granos: En lugar de buscar soluciones conjuntas ante ciertos cuestionamientos vecinales, el municipio escaló el conflicto hasta hacer inviable la operación de la empresa, expulsándola del pueblo. Más de 100 puestos de trabajo se perdieron, y las familias afectadas quedaron a merced de la asistencia municipal.
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Lucero de Lourdes: Esta empresa, que planeaba instalarse en una zona estratégica cerca de la Ruta 7, sufrió años de hostigamiento municipal. Finalmente, se vio obligada a trasladar su producción a Villa Mercedes, dejando Justo Daract sin una fuente de empleo estable y perdiendo una oportunidad de desarrollo clave para la comunidad.
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Cargill: La multinacional fue blanco del abuso de poder de Domínguez simplemente porque no le gustaba la vista de los silobolsas cerca de su quinta en Villa Salles. Las amenazas de clausura y la asfixia regulatoria estuvieron a punto de provocar su retiro definitivo de Justo Daract. Solo la movilización de vecinos y transportistas impidió que la empresa se fuera, aunque finalmente debió reubicarse en el predio AgroZal, bajo la órbita del gobierno provincial.
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El caso de la estación de servicios abandonada: Un empresario local apostó por recuperar una estación de servicio en plena ciudad, frente a la histórica estación de trenes, con la intención de generar un nuevo polo comercial y laboral. Sin embargo, la respuesta del municipio fue el hostigamiento constante, con trabas burocráticas y operativos de control diseñados para impedir el desarrollo del emprendimiento.
Estos casos reflejan un modelo de gestión basado en el ahogo económico y el clientelismo, donde el municipio no facilita el progreso, sino que lo sabotea.
El escándalo de la jubilación fraudulenta: ¿estafa al Estado Nacional?
A estas prácticas se suma un hecho escandaloso: Alfredo Domínguez habría logrado jubilarse como Diputado Nacional mientras aún era y sigue siendo intendente en ejercicio de Justo Daract.
Este acto, que constituye una estafa al Estado Nacional, sería concretó mediante la manipulación de registros y gestiones irregulares ante ANSES. Mientras ejercía el cargo de intendente, logró que se le concediera la jubilación como legislador nacional, lo que le permitiría cobrar un beneficio previsional importante mientras sigue en funciones, algo completamente contrario a cualquier principio de ética pública.
Este episodio no solo evidencia el uso abusivo de la estructura estatal para beneficios personales, sino que también refleja cómo Domínguez ha consolidado su poder sin consecuencias ni controles.
Un modelo político que asfixia a Justo Daract
La administración de Alfredo Domínguez no es solo una anomalía; es el último resabio de un modelo de gobierno autoritario y anacrónico, heredado de la dinastía Rodríguez Saá.
Su gestión se ha caracterizado por:
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Persecución a la iniciativa privada mediante trabas burocráticas y hostigamiento.
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Cierre del Concejo Deliberante para evitar el control democrático de sus decisiones.
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Expulsión de empresas y generación de desempleo masivo en la localidad.
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Corrupción y fraude al Estado Nacional en el manejo de su jubilación.
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Gobierno basado en clientelismo y sometimiento de los ciudadanos a la dependencia municipal.
Justo Daract merece más
Justo Daract no puede seguir bajo un sistema feudal que impide el desarrollo de su gente. La comunidad necesita un gobierno que fomente el progreso, que dialogue con el sector privado y que garantice el respeto a las instituciones democráticas.
Los vecinos tienen derecho a vivir en un municipio donde las oportunidades no sean bloqueadas por intereses personales y donde el intendente trabaje por el futuro de la ciudad, en lugar de aferrarse a las prácticas del pasado.
Es hora de que Justo Daract despierte y exija un gobierno transparente, democrático y comprometido con su gente. Porque el futuro no se construye con persecución ni con autoritarismo, sino con diálogo, desarrollo y oportunidades reales.