Saltar al contenido
UTILIZA EL DIARIO PARA DESTRUIR TODA EXPRESIÓN POLÍTICA QUE PUEDA COLOCAR UN MERCEDINO EN LA GOBERNACIÓN.
Entre la década del 50 y 60, Villa Mercedes era la ciudad más importante de la Provincia de San Luis. Tenía mayor cantidad de habitantes, más industrias, más carreteras y más vías de comunicación que la propia capital provincial, San Luis.
Sistemáticamente, la llegada de los Rodríguez Saá al poder, de la mano de un mercedino como lo era Oraldo Britos, zanjó por completo y para siempre (hasta hoy) la posibilidad de pujanza y crecimiento que Villa Mercedes demostraba tener.
Villa Mercedes, fue cuna de dirigentes políticos de gran renombre, como Eduardo Mones Ruiz, Oraldo Britos, Mario Raúl Merlo y otros, que nunca pudieron llegar a sentarse en el sillón más importante de la Casa de Gobierno provincial, aunque se lo tenían más que merecido.
Últimamente, está a la vista de todos los puntanos, y más de los mercedinos, el asedio constante de Alberto Rodríguez Saá contra el joven dirigente mercedino y actual intendente Maximiliano Frontera, con quien quieren aplicar la teoría de la máquina de cortar pasto: si un pastito crece más que los otros, hay que cortarlo de cuajo.
Desde el bunker del vetusto ex gobernador (que ocupa en la redacción del devenido Diario de la República), se ha dispuesto una tremenda artillería para atacar a Frontera y desgastarlo todos los fines de semana, con un solo fin: ASEGURARSE QUE NINGUN MERCEDINO OCUPE LA GOBERNACIÓN DE LA PROVINCIA NUNCA JAMÁS.
No es por Maximiliano Frontera, es por Villa Mercedes toda, que la unidad de la ciudad que supo ser la joya de Cuyo, debe resistir a los sistemáticos embates de la vieja dirigencia puntana y salir fortalecida. Toda la provincia está mirando. El pueblo ya no come vidrio, quedó claro.
Esta mafia que lidera Alberto tiene 10 los mandamientos, ejercer el desprestigio público ante las figuras que no se subordinan a sus caprichos es su constante, otra, es comenzar a señalar y detectar a los que acompañan al mafioso para cometer semejantes absurdos, como dijo el Gral. Perón, para todos ellos, ni justicia.-