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Por Gustavo Thompson
En la política, hay gestos que hablan más que mil discursos. Y hay mesas que, cuando se arman, condensan no solo pasado y presente, sino la posibilidad tangible de un futuro distinto. Eso ocurrió en Villa Mercedes, en la casa de Oscar Montero, donde un simple asado se transformó en un hecho político de magnitud.
La foto lo dice todo. Alrededor de una mesa compartieron referentes de diversos espacios que, históricamente, respondieron, y ya no responden, a figuras clave del poder sanluiseño: Alberto y Adolfo Rodríguez Saá, Mario Raúl Merlo, y también radicales vinculados a Miguel Ángel Bonino. Una amalgama que en otros tiempos hubiera parecido improbable, hoy se volvió posible. Y no por azar.
Este encuentro estuvo encabezado por Maximiliano Frontera, actual intendente de Villa Mercedes y figura emergente del nuevo relato político provincial. A su lado, Nicolás González Ferro, dirigente de fuerte proyección en la ciudad. Ambos no solo participaron, sino que legitimaron con su presencia una reunión que reconfigura los mapas internos del poder local.
Mucho se dijo. En los mentideros políticos, en redes sociales, en los comentarios de pasillo. Algunos vieron una jugada arriesgada. Otros, un error por haber expuesto tanto. Pero los hechos son claros: lograr esta convocatoria no es menor. Ni común. Ni replicable por cualquiera.
La Línea lo califica sin rodeos: fue una jugada magistral. Porque en tiempos de fragmentación, personalismos vacíos y grietas estériles, reunir a esta calidad y variedad de dirigentes para dialogar, compartir visiones y consensuar, es un acto profundamente político. Y profundamente esperanzador comparado a lo que ocurre en la ciudad capital que es una batalla campal.
Hoy Villa Mercedes transita un tiempo que muchos soñaron: el tiempo del encuentro, del diálogo entre generaciones, del fin de las lógicas de exclusión. Esta mesa no fue una postal del pasado; fue una visión del futuro. Un espacio donde la política volvió a tener sentido: construir juntos con generosidad, respeto, inteligencia, caracter y personalidad.
En un contexto donde las redes amplifican lo superficial y castigan lo complejo, es comprensible que algunos no entiendan, menos comprendan. Pero solo un necio, un egoísta o un miope de la realidad puede cuestionar lo que se vivió en ese asado. La política necesita menos gritos y más mesas. Menos vanidad y más tolerancia con acuerdos.
Maxi Frontera, con su estilo sereno pero firme, vuelve a demostrar que entiende el momento histórico. Que sabe que liderar no es imponer, sino integrar. Y que ningún proyecto duradero se construye sin convocar a todos. PRIMERO VILLA MERCEDES, luego, SAN LUIS.
La Línea augura más reuniones como esta. Y llama a los opinólogos de ocasión a hacer silencio por un momento, a observar con humildad, y a reconocer que el nuevo camino de Villa Mercedes no excluye a nadie. Al contrario: invita a todos.
Porque cuando la política se sienta a comer, conversar y planificar, el pueblo tiene esperanza. Y Villa Mercedes, hoy, tiene razones para soñar en grande.