Poggi y Frontera no se separan: la unidad que sostiene el nuevo tiempo de San Luis

Poggi y Frontera no se separan: la unidad que sostiene el nuevo tiempo de San Luis

En algunos mentideros políticos comienza a circular la versión interesada de que, pasada la elección provincial del 11 de mayo, Claudio Poggi y Maximiliano Frontera seguirán caminos separados de cara a las elecciones nacionales de octubre. Esa lectura, alimentada por sectores que quedaron fuera del nuevo esquema de poder en San Luis, parte de una premisa equivocada: que la alianza entre Poggi y Frontera fue electoral y circunstancial. Lo cierto es exactamente lo contrario.

Poggi y Frontera no se van a separar. Y no lo harán por una razón esencial: el pacto entre ambos no es de oportunidad, sino de estructura. La unidad que han construido se basa en algo mucho más profundo que un acuerdo electoral. Es el resultado de comprender que San Luis sólo puede salir adelante si quienes tienen responsabilidad de gestión —provincial y municipal— trabajan con inteligencia, sin protagonismos narcisistas, sin doble discurso y con una meta común: el desarrollo real de la provincia y la recuperación de la credibilidad política.

Un vínculo que va más allá de las elecciones

Quienes suponen que la sintonía entre el gobernador y el intendente se disolverá tras las elecciones subestiman dos aspectos centrales: la convicción política de ambos y la necesidad de un frente unido ante el escenario nacional.

Poggi encontró en Frontera mucho más que un aliado: encontró al dirigente con más capacidad de gestión, con mayor sensibilidad social y con mayor respaldo popular en el segundo distrito más importante de San Luis. Frontera, por su parte, no apostó por Poggi desde la necesidad, sino desde la convicción de que era hora de dejar atrás el caudillismo destructivo y encarar una etapa de madurez política, donde lo institucional prime sobre lo personal.

Por eso no hay ruptura posible. Porque lo que los une no es una elección: los une el mismo diagnóstico de San Luis, los une la voluntad de dejar atrás el pasado decadente, los une el respeto por el pueblo que los eligió con claridad y contundencia. Separarse, además, sería traicionar no sólo el proyecto, sino al mandato popular.

El poder no se comparte si no hay confianza

Poggi y Frontera comparten el poder con un nivel de respeto y coordinación pocas veces visto en la historia reciente de San Luis. Lejos de competir por protagonismo, cada uno fortalece su base sin invadir ni limitar al otro. Poggi garantiza institucionalidad, austeridad y previsibilidad en la provincia. Frontera aporta músculo territorial, contacto directo con la gente y una gestión municipal en Villa Mercedes que es modelo de eficiencia y modernización.

Esa simbiosis es funcional a ambos. Pero sobre todo, es funcional al pueblo. Y eso lo saben. Separarse implicaría debilitar todo lo que han logrado en estos meses: ordenar las cuentas, calmar el conflicto político, recuperar la calle y volver a darle sentido a la política como herramienta de transformación.

Octubre no será el quiebre, será el refuerzo

Quienes hablan de ruptura piensan octubre con los viejos mapas del poder. Pero Poggi y Frontera ya demostraron que su brújula no pasa por la especulación ni la vanidad. La boleta de octubre, lejos de dividir, consolidará lo construido. Porque los dos saben que el verdadero adversario está afuera: está en quienes desean que San Luis vuelva al caos, al despilfarro, a las prácticas que empobrecieron el tejido político y social de la provincia.

El futuro es con Poggi y Frontera juntos. Separarse sería volver atrás. Y ellos, más que nadie, saben que San Luis no resiste más retrocesos.

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