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Por Alberto Trombetta.
Una vez cuando éramos amigos, le pregunte a Alberto que creía que iba a decir la historia de él. Y me contestó que lo que dijera la HISTORIA no le preocupaba, porque la historia la escriben los hombres y por lo tanto iba a depender de la mirada y los intereses del que la escribiera. Pero si él quería estar en la LEYENDA, porque ésta la crean, la acuñan, los hombres, el pueblo.
Yo miraba la foto de Adolfo en el SANTO DE LA QUEBRADA y lo veía sin gente que lo rodeara, sin él fervor que generaba su presencia. Sin todo eso que siempre lo acompañó y que él disfrutaba y mucho.
Y pensaba, que sentirá Adolfo sin ese marco que siempre tuvo.
Y la respuesta, él, más allá de que sea un negador serial, la tiene. IN PECTORE pero la tiene. Pocas personas que han logrado relevancia, han dilapidado, todo ese capital enorme, que es el cariño y el respeto de su pueblo, de una manera tan burda e incomprensible como lo hizo él.
Le ganó la vanidad, la soberbia, el no bancarse el liderazgo de su hermano, su ambivalencia y su egoísmo a ultranza.
Rifó todo, en función de algo, que ni él podría explicar.
La LEYENDA que le tenía un lugar reservado no va a decir nada de él. Y la HISTORIA va a entrar en contradicción y va a depender de quien la escriba.
SE AUTODESTRUYO. Merecía un fin de ciclo, distinto, NO QUISO.
Sigue Alberto pero ese es otro capítulo.-