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En un gran bosque antiguo, habitaban dos clases de búhos: los Búhos de los Viejos Árboles y los Búhos del Nuevo Amanecer.
Los Búhos de los Viejos Árboles (setentistas) vivían en lo más profundo del bosque, en los árboles más oscuros y frondosos. Eran búhos sabios en su tiempo, conocían los senderos que nadie más conocía, y su canto resonaba con las historias de los días pasados. Sin embargo, los tiempos habían cambiado. El bosque, antes sombrío y denso, ahora se había llenado de luz. Había nuevos senderos, claros abiertos por el viento y la lluvia, y otros animales habían traído nuevas formas de convivir. Sin embargo, los Búhos de los Viejos Árboles rechazaban estos cambios.
«No necesitamos de esos caminos claros ni de esas extrañas nuevas formas», decían orgullosos. «Nuestros antepasados prosperaron en este bosque tal como es, y nosotros también lo haremos».
Mientras tanto, los Búhos del Nuevo Amanecer (jóvenes) habían aprendido a adaptarse. Aprovechaban la claridad de los nuevos senderos, cazaban de manera más eficiente, y se comunicaban usando los ecos que ahora viajaban por el aire libre. Ellos comprendían que el bosque ya no era el mismo y que aferrarse al pasado les impediría aprovechar las nuevas oportunidades que ofrecía el presente.
Los Búhos de los Viejos Árboles miraban con desprecio a sus hermanos. “Esos son traidores a nuestras raíces”, decían. «¿Cómo pueden olvidar los días oscuros, donde el bosque era nuestro y de nadie más?».
Sin embargo, con el paso del tiempo, la situación empeoró para los Búhos de los Viejos Árboles. El bosque oscuro que tanto apreciaban empezó a desaparecer lentamente, ya no les daba el refugio que necesitaban, y los viejos caminos se habían vuelto peligrosos. Pero en lugar de adaptarse, se encerraban más en su propio mundo, ignorando los cambios a su alrededor, ahogados de vanidad, impunidad y adicción al poder.
Un día, un joven búho de los Viejos Árboles, cansado de las penurias, se atrevió a volar hacia los claros donde vivían los Búhos del Nuevo Amanecer (Puerta Mágica). Al ver cómo vivían sus primos, prósperos y en armonía con los nuevos tiempos, comprendió que aferrarse al pasado sólo lo condenaría a la oscuridad.
Cuando regresó a su grupo, trató de explicarles lo que había visto, pero sus mayores se negaron a escuchar, sus mentes cerradas y egoístas les nublaba la razón.
«Esos búhos ya no son como nosotros», repetían. «Nosotros somos los auténticos, los guardianes del verdadero bosque».
Pero el joven búho, decidido a no dejarse arrastrar por el temor, voló hacia el amanecer, buscando su propio lugar en el nuevo bosque (una nueva idea), donde la luz y la oscuridad convivían en equilibrio.
Moraleja: Aferrarse al pasado y negarse a ver la realidad sólo condena a vivir en la sombra de lo que alguna vez fue. Los tiempos cambian, y quienes no se adaptan corren el riesgo de quedar atrapados en un mundo que ya no existe.